La Constitución o carta magna (del latín cum, con, y statuere, establecer) es la norma fundamental, escrita o no, de un Estado soberano, establecida o aceptada para regirlo. (...) Este documento busca garantizar al pueblo sus derechos y libertades.

En este 6 de diciembre, en el que nuevamente nos vuelven a vender lo maravillosa que es esta Constitución y lo contentos que tenemos que estar todos por que generosamente la hayan redactado unos señores muy simpáticos, no está de más dedicar medio minuto a repasar su artículo 14:

“Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.  

 Lectura que le recomiendo especialmente a todos aquellos que trabajan activamente contra la igualdad y que tratan la Constitución como si fuera una especie de mandato divino e inapelable y como una excusa para borrar los derechos que tanto trabajo ha costado conseguir. La usan, en definitiva, para algo que es todo lo contrario de lo que para que fue creada.

El 6 de diciembre es un buen día para recordar, una vez más  que Mariano Rajoy asumió como una decisión personal, más allá de la política del PPartido, presentar un recurso de constitucionalidad contra el matrimonio igualitario en España. Que, a pesar de que muchas figuras del partido están en contra de dicho recurso, o al menos no les parece procedente, él sigue en sus trece. Y que, por si no fuera poco, hace poco nos sorprendió a todos con estas declaraciones en las que poco más dice que le importa un comino el resultado del recurso.

“Escucharé muy atentamente los argumentos del Tribunal Constitucional y a la gente, pero no me gusta lo del matrimonio, y creo que no es constitucional. Mi discrepancia está en el asunto del nombre del matrimonio”, aseguró el líder ‘popular’. 

Y, ya que estamos hablando de constituciones, recordemos también que en otros países, algunos tan cercanos como las muy europeas y muy nórdicas Letonia y Lituania , la furia histérica de los conservadores va más allá y blindan la constitución para "proteger" (sic) el matrimonio tradicional, bien prohibiendo expresamente las uniones entre personas del mismo sexo, o bien añadiendo coletillas como "se entiende el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer" .  Las dos repúblicas bálticas son los dos únicos países europeos que se han apuntado a esta nueva y extraña forma de democracia que consiste en que una mayoría limite los derechos de una minoría en función de sus prejuicios religosos, pero otros países de América y África han modificado (la mayoría, muy recientemente) sus constituciones y otros planean hacerlo: RD Congo, Burundi, Kenia, Ruanda, Uganda, Honduras, Bolivia y Paraguay, así como algunos estados de EEUU.

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1 comentarios:

Borislasky dijo...

¿Siempre vamos a tener que escondernos hasta el final de nuestros días?

Es indignante.

facebook.com/borislasky

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