A estas alturas, no hay nadie, salvo que viva en una cueva oscura y no le pille el wifi del hermitaño de la esquina, que no se haya enterado de que la homofobia de estado en Rusia ha alcanzado unos niveles tan espeluznantes que ya hemos llegado al punto en el que los neonazis salen a la calle a cazar homosexuales y se jactan en las redes sociales de ello. Y a cualquier persona, a cualquiera, salvo a los carentes de corazón como los cuatro gilipollas que se manifiestan frente a la embajada de Rusia para protestar por la "dictadura" (sic) francesa, les parece bien. ¡Hay que hacer algo!, dicen unos, ¿Qué vamos a hacer para pararlo?, dicen otros un poco más pragmáticos ... pero lo cierto es que nadie hace NADA.Con Rusia, amigos, nadie se mete. El petróleo y el gas son argumentos suficientes, por lo visto. Si un país le declarara la guerra a las mujeres, o a una raza determinada dentro de sus fronteras, la condena sería firme e inmediata por la inmesa mayoría de países de la tierra. Pero los LGTB somos la última frontera. Se nos puede insultar, menospreciar, pisotear o directamente matar, y si es en nombre de alguna religión (siempre lo es) mejor. Sí, el Consejo de Europa ha condenado la homofobia rusa, el alcalde de Reykjavik propone cancelar el hermanamiento de la ciudad con Moscú ... y poco más.

Hemos pasado un año entretenido viendo como la creatividad homófoba en Francia se superaba a si misma cada semana, con acciones cada vez más originales (admitámoslo, por mucho que no nos guste lo que hacen, los tíos se lo curraron), continuamente vemos como los (ultra) derechistas se manifiestan de mil maneras posibles para acabar con la igualdad y pisotear derechos de colectivos que ni les van, ni les vienen, y salvo alguna tímida ciberacción, unos comentarios airados en muros de Facebook y Twitter, hay muy poco que se haya hecho en el mundo real. Desde aquí nuestro aplauso a esta acción frente a la embajada rusa en México ... y a todo esto, ya llevamos unos cuantos escraches homófobos a cargo de HO y los "profesionales" por SU ética en España frente a los consulados franceses. Ellos si que son activos y se movilizan, para que luego hablen del "influyente" lobby gay. ¿Dónde está el lobby? ¿qué hace, a qué se dedica?

Alguno pensó en hacer un boicot a Rusia, así en general y sin precisar. Y entonces a alguien se le encendió una lucecita y pensó en el vodka. El vodka es ruso, en Rusia venden vodka, en Rusia exportan vodka ... y por lo visto pensó que dejando de consumir el vodka ruso la cosa se arreglaba. Y un bar londinense sacó estas imágenes para apoyar la idea.


Y vale, muy lindas las imágenes, muy sugestivas, ya hemos dicho que nos encantan. De hecho, ya hacíamos esta camapaña hace tiempo, modernas que somos, porque aquí no bebemos vodka ni ruso ni gallego ... pero ... a ver, bonitas, que esto, aparte de darle más clientes al Ku Bar de Londres, NO SIRVE PARA NADA. 

  1. Para empezar, porque es una medida efímera. Dentro de unos meses, si tu activismo se reduce a esto, ya ni te acordarás
  2. Más importante, a Rusia se la suda que tú bebas vodka ruso o no. Dudamos mucho que se aprecie este boicot en el mercado, pero aunque se notara ... HAY QUE SER ÑORDO para pensar que la economía rusa se basa en el vodka. Hablamos de un gigante económico, que es prácticamente autosuficiente, y que desde luego exporta cantidad de productos y servicios que no son el vodka. 
Es decir, que puestos a hacer algo, podría ser posible torpedear a Rusia haciéndole daño en lo que más le duele, la cartera. Pero para hacerlo, hay que hacerlo bien, y no con una idea tan de rubia como lo de "voy a dejar de tomar vodka ruso, tiembla Putin, que ya te veo firmando la ley del matrimonio igualitario en un mes". Boicoteemos, anulemos a Rusia, condenémosla al ostracismo que se merece. Pero hagámoslo bien. Algunas ideas:

  1. Copiemos, por una vez, el modus operandi de las organizaciones de fachas, como cuando se enrabietan y montan uno de sus ridículos boicots comerciales a Cataluña. Informémonos: ¿qué empresas rusas operan en España? ¿qué productos y servicios ofrecen? ¿Cómo se identifican sus códigos de barras? Y, una vez más, hay mucha más vida más allá del vodka.

  2. Borremos a Rusia de (nuestro) mapa. Es un destino que a día de hoy conviene evitar a toda costa. Hablemos de ello con nuestros amigos y familiares si piensan ir. Mencionémoslo en la agencia de viajes, a ser posible delante de otros clientes, si nos proponen el tour "maravillas de Moscú" o "el Hermitage y panorámica de San Petersburgo". Demos la tabarra en los mostradores de turismo de Rusia en ferias de turismo explicando por qué es un destino que no nos parece recomendable ni apetecible. ¿Os imagináis la que se podría liar en la próxima Fitur si a lo largo del día varios visitantes dejaran su opinión en el stand ruso? Y, sobre todo, no vayamos. No gastemos un céntimo en ese país.


  3. ¿Queremos ciberactivismo? Están bien las peticiones en change.org y demás, pero seamos pesados. Hablemos de Rusia en foros al comentar noticias, aunque sean deportivas. A veces ocurre que hay muchas personas concienciadas que no se han enfrentado a la crudeza de lo que ocurre realmente en ese país.

  4.  Seamos consistentes. Esto no es algo que se soluciona en un día ni dos, ni probablemente en un par de meses ni, por desgracia, un año. Putin no va a dar su brazo a torcer, necesitaba un enemigo para tener a los rusos entretenido y ha encontrado uno ideal.´






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